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mayo 22, 2011

ARREPENTIMIENTO. I

Discutíamos sin parar, llevábamos así casi media hora; las cuales se me antojaron una eternidad.
- ¡No soy tuya! ¡Déjame, vamos! Eres como un indefenso animal que ve como su mujer se aleja de él, y no puede aceptarlo. Que haría cualquier cosa por no estar solo, y más para no perder la poca dignidad que le queda –gritaba histérica, lágrimas de rabia en sus ojos -. Has sido todo para mí, pero tu comportamiento es raro ahora que he decidido disfrutar. Esto no significaba que quería dejarte, cariño, pero tú lo has estropeado. ¡No te tengo miedo!
Lloré, lloré como nunca lo había hecho. La necesitaba, la amaba. Fui un imbécil. La veía bailar divertida con sus amigos en fiestas mal organizadas, salir de casa todas las tardes y volver contándome las mejores anécdotas de cada día. Nunca había sido así…
Consumimos nuestro amor en un año y medio, ni más ni menos. Luego ella se dio cuenta que estábamos haciendo mal las cosas, que podíamos amarnos disfrutando también con los demás. Yo no lo veía bien y a ella no le importó. Siempre con tanto carácter… y yo siempre tan egoísta.
Ella. Elena. Así se llamaba; nombre precioso a conjunto con su larga cabellera, ojos verdes y curvas de infarto. A su lado, yo era un simple chico, sencillo y simpático, conocido como Fer.
Mi instinto animal, mi poder por no perder lo que más quería –y quiero… -, me hicieron llegar al peor punto de una pareja: el maltrato. Pensaba que pegándole y recriminándole todo, se asustaría de mí y nunca decidiría dejarme. Pero no fue así.
Cada día le gritaba, le atormentaba. Elena se acurrucaba en una esquina de la casa, abrazada a sus piernas, hasta que me calmaba y todo seguía bien.
Nuestras miradas en casa delataban lo que realmente sentíamos, y nunca dijimos. De esto ahora me arrepiento.

                        *  *  *






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