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febrero 09, 2011

Charlie y Shally.


Pompas que nunca explotan.
Reía sin parar, con los ojos iluminados, viendo como se alejaban las burbujas que ella misma creaba. Se imaginaba a gente de otro país viéndolas volar sobre sus cabezas. A pájaros divertidos revoloteando alrededor de ellas. A nubes esponjosas acogiéndolas en su manto de algodón.
- ¡Míralas! ¡Allí! Dentro de poco llegarán a África, o quizá cambien de dirección y se paren en Cádiz. ¿Crees que aguantarán tanto? ¡Yo creo que sí!
Era la niña más feliz del mundo. Sus ojos color miel y su pelo rubio la hacían preciosa. Estaban sentados sobre el césped, con un hermoso lago en frente y, más adelante, el mar. La mañana era soleada, y corría una brisa refrescante. Ella tenía doce años y él catorce; no estaban enamorados, normal para su edad, pero se tenían un cariño enorme y diferente.
Las pompas de jabón volaban hasta perderse de vista.
- Vámonos ya, Shelly. Es la hora de comer y no estamos en casa.
- ¡Jó, Charlie! Quiero quedarme aquí. Quiero seguir fabricando pompas. ¿Sabes? Cuando las veo volar, a cada una de ellas le asigno un sentimiento, una promesa o un deseo. A aquella le prometo que siempre mostraré mis sentimientos; nunca se sabe cuando acabará todo, y con ello, perderemos la posibilidad de contar lo que sentimos. A esa otra le prometo que sólo me afectará lo importante; aunque es difícil, ya que para mí lo importante son las cosas más insignificantes... Por ejemplo: una mirada tuya, un beso, que me regales tu bocadillo cuando yo no tengo y me prestes tu sudadera cuando tengo frío.
- Pues, que sepas que seguiré haciéndolo. Y que te quiero mucho, mucho también deberías recordar.
- Sí, yo también, pero ya sabes que me cuesta decirlo.- sus ojos expresaban todo lo que no decía.- Eh… ¿por dónde íbamos?- estaba nerviosa, nunca se habían hecho esta muestra de cariño.
Charlie se acercó a ella y la rodeó con sus brazos. Shally apoyó la cabeza contra su hombro.
- Me estabas contando lo que lleva cada pompa en su interior…
- ¡Es cierto! Aquella tiene la palabra amor, ésta alegría, y ésta sueños. En aquella pompa deseo no ser una cobarde jamás, y en esa otra… deseo que siempre sea tan feliz como lo estoy siendo ahora.
Unieron sus labios en un corto y tímido beso, en el que demostraron cuánto se querían.

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